miércoles, 13 de enero de 2016

Titanic: The Exhibition

Luis Ferreiro: “El objetivo de esta exposición es generar empatía”

El Centro Cultural de la Villa, el museo Fernán Gómez, en Madrid acoge “Titanic: The Exhibition” desde el 2 de octubre hasta el 6 de marzo de 2016. Un recorrido por los más de 200 objetos reales de los pasajeros y algunos extraídos del propio barco enterrado a cuatro kilómetros de profundidad en el Atlántico Norte


El Titanic, el barco más famoso, el buque insumergible, está formado por diferentes experiencias humanas, y su leyenda no solo se asienta en ser el más grande de la época o por no finalizar su viaje inaugural. Esto es lo que muestra “Titanic: The Exhibition” en sus más de 1.500 metros cuadrados de exposición: un recorrido por las memorias del navío más célebre de la historia a través de las vivencias de algunos de sus más de 2.000 pasajeros.


La exposición, presentada con un audio guía que nos adentra en la historia del barco, reconstruye zonas del transatlántico que hacen sentir una vuelta a 1912. La pasarela de entrada de embarque al Titanic nos introduce en la reunión de Bruce Ismay, presidente de la línea White Star Line, con William Pierry, director gerente de la compañía astillera Harland and Wolf de Belfast, cuando ambos concibieron la idea de crear un barco que superase en tamaño al Mauretania y el Lusitania, los más grandes de la época.


De este modo, se conoce al Titanic, el Olympic y el Britannic, los tres transatlánticos que formaban la clase Olympic de la compañía White Star Line. Fotografías del capitán del famoso buque, Edward J. Smith, o del diseñador, Thomas Andrews, nos van introduciendo en el Titanic como si fuéramos un pasajero más dando a conocer una reproducción de una puerta estanca del barco y objetos personales de tripulantes y pasajeros que consiguieron salvar su vida mientras que otros perecieron en el naufragio más popular de la historia.


Según avanza la exposición el espectador puede pasear por una reproducción exacta de un pasillo de primera clase, de los camarotes o la sala Marconi, desde donde se emitieron los SOS una vez que el transatlántico colisionó con el iceberg que lo sentenció al fondo del océano.

Las historias personales
La exposición acerca al espectador las experiencias que basaron la película de James Cameron. Una de ellas es presentación del colgante en la que se basa la joya que Rose recibe de su prometido, Karl, conocida como “el corazón del mar”: Kate Phillips, de 19 años, se enamoró del dueño de la tienda de dulces en la que trabajaba en Worcester, Henry Morley, 20 años mayor, y decidieron ahorrar para fugarse en el Titanic. Igual que en el filme, él murió y ella sobrevivió, embarazada de una niña concebida durante el viaje. Se puede ver la joya original, del mismo color pero de un tamaño diferente al de la película.

Antes de acabar la exposición, una imagen de la orquesta del Titanic muestra a aquellos hombres que mantuvieron la compostura y continuaron tocando hasta el último momento. También, se hace una mención obligatoria al matrimonio español, Víctor y María Josefa Peñasco, una adinerada pareja que se encontraba de luna de miel. Ella consiguió sobrevivir mientras que su marido falleció en el naufragio.

Pero antes llegar al final del recorrido por el Titanic, un bloque de hielo permite apreciar la temperatura que tuvieron que soportar los pasajeros en el mar, una temperatura a la que es difícil sobrevivir pasados veinte minutos. Esta sensación da paso a las imágenes que muestran al transatlántico en el fondo del mar, acompañadas del audio en el que la expedición franco americana dirigida por Jean-Louis Michel, del IFREMER, y el Dr Robert Ballard, de la Institución Oceanográfica de Woods Hole, en 1985, descubre la tumba del Titanic, 73 años después.


Toda una experiencia para aquellas personas que tengan curiosidad por conocer la historia detrás del mito del famoso buque insumergible, e imperdonable para aquellos que sean amantes de la oscarizada película de James Cameron y hayan soñado con pasear por los pasillos de primera clase o visitar los camarotes. Toda una experiencia que consigue hacer viajar a 1912 y sumergir al espectador en esas conmovedoras vivencias de aquellas personas que, pasados 103 años, continúan vivas en la memoria de muchos.